Los tana Toraja. Otra forma de honrar a los difuntos

Al pensar sobre el tema de celebraciones y ritos funerarios, quería hacerlo de una manera diferente a la habitual, y, como hay una y mil formas de honrar a los muertos, me dio por viajar y plasmar una de ellas.
Fue de esta manera como recalé en Indonesia, y mas concretamente en Sulawesi del sur (Célebes), allí donde habita la tribu Toraja, conocida por sus cementerios tallados en roca y su forma tan peculiar del tratamiento de la muerte.
Tana Toraja (tierra Toraja) está aislada totalmente, en ese lugar habitan varios pueblos de esta tribu, en un lugar paradisíaco, protegido por volcanes y montañas y rodeados de campos de arroz. Hay quien dice que los Toraja podrían provenir de alguna parte de la península de Indochina y que serian hermanos de los Dayak de la isla de Borneo, también que son descendientes de los Bataks de Sumatra, distante más de mil kilómetros. En lo que parece que todos se ponen de acuerdo es en que debieron de llegar de lejos, y en barco, por la forma curva que adoptan sus casas.
Los Toraja viven obsesionados con la muerte, pero no de la misma forma trágica a la que nosotros estamos acostumbrados, todo lo contrario, la muerte (funeral) de uno de sus miembros, la convierten en una gozosa fiesta de la que participan todos los restantes componentes de la tribu.
Resulta muy curioso, que, siendo la mayoría cristianos, sin embargo rindan homenaje a sus difuntos de la misma forma ancestral en que la llevaban a cabo sus antepasados, esta tradición se ha heredado y trasmitido de generación en generación. Hay quien dice que desde tiempos prehistóricos.
Cuando un miembro de la tribu muere, la principal obsesión de la familia es recaudar la mayor cantidad posible de dinero para celebrar una suntuosa ceremonia, la mejor posible, para acompañar al muerto al lugar de su descanso definitivo.
El cuerpo del fallecido se guarda en la casa familiar, al menos durante tres meses, y, a veces, durante años. Se les inyecta una mezcla de hierbas a modo de embalsamado, y “convive” entre los familiares, como si no hubiese fallecido, inclusive se le ofrece comida o café, se le saluda y están acompañándole en su habitación. Es curioso que, mientras está alojado en la casa, y cuando se refieren a él, nunca dicen el difunto, sino el enfermo. Todo esto transcurre mientras se recauda el dinero suficiente para llevar a cabo la ceremonia del funeral, ya que cuantos mas asistentes acudan mas y mejor se le tributa homenaje al muerto. Tal es así, que, incluso a los turistas, se les permite acudir a la ceremonia, con una única exigencia, acudir vestido de negro o rojo.
En muy pocas ocasiones son enterrados en el suelo, casi siempre los enterramientos tienen lugar en las tumbas excavadas en las rocas de los acantilados. En dichos huecos depositan el ataúd, pero, además de los huecos horadados en la roca, construyen una especie de balcones, donde colocan los “Tau tau”, que son efigies de madera que representan al difunto. Antiguamente solo diferenciaban entre varón o hembra, pero últimamente contratan a maestros que tallan la madera para lograr un parecido lo mas fiel posible al muerto. Cuando el ataúd ha sido depositado en el hueco de la roca, se coloca su efigie, junto a las demás en el balcón, de esta manera se cree que el espíritu del fallecido puede seguir viendo a sus descendientes.
Como anécdota, señalar que se ha dado el caso del robo de alguna de estas figurillas para venderlas a turistas.
Pero no todos tienen derecho a una estatuilla, aquí se tienen muy en cuenta las clases, solo aquel en cuyo funeral hayan sido sacrificados al menos veinticuatro búfalos tienen derecho a estar en el balcón.
Pero no siempre los fallecidos son colocados en los huecos de las rocas. A veces, por ejemplo en Kesu Ke’te, se les colocan en ataúdes colgando del acantilado, estos ataúdes están bellamente decorados con motivos geométricos, pero con el tiempo, la madera se pudre, y los huesos quedan al aire. Algunas veces los miembros de la tribu se las ingenian para colocar dentro de un mismo ataúd los huesos de varios componentes de una misma familia, lo que lógicamente hace que el peso produzca la rotura del mismo, así que en la parte inferior del cementerio se unen huesos y madera podrida en una amalgama difícil de definir.
También existe un ritual propio para los miembros fallecidos mas pequeños, los niños.
Éstos tienen su cementerio propio, cuando un bebé muere antes de comenzar con la dentición, la madre envuelve al infante en una tela y lo coloca dentro del árbol, en postura vertical, haciendo un agujero en el tronco.
A continuación el agujero se cierra, y, como el árbol sigue creciendo creen que el niño ha sido absorbido por él y que su alma viajará, a través del tronco, hacia el cielo.
Otro tema que caracteriza este rito funerario es el que he mencionado de pasada sobre los sacrificios de búfalos. Así, mientras en las castas inferiores el funeral dura un día, y en la ceremonia sacrifican un numero pequeño de animales, en las castas intermedias, el funeral dura de uno a tres días, y se sacrifican de diez a catorce búfalos, y en las castas superiores, los funerales no duran menos de cinco a siete días, y el numero de animales sacrificado varia entre catorce y veinticuatro. Se cuenta, que antiguamente, en algunas ceremonias funerarias se llegaron a matar hasta doscientos cincuenta animales, aunque ahora el tema esta regularizado y no se deja sacrificar a mas de cuarenta.
El sacrificio de las reses también tiene sus peculiaridades, comienza con acercar el animal a casa del difunto, allí se le corta la yugular, el animal se defiende, mueve la cabeza a uno y otro lado, hasta que la pierde, salpica todo de sangre, intenta huir, a veces lo intenta sin cabeza, con la imagen dantesca que ello lleva consigo, cuando el búfalo cae muerto, le llega el turno al siguiente.
Los cuernos del animal muerto se van colocando en la puerta de la casa del muerto, uno a uno, hasta que sacrifican a la totalidad.
Aquí no se repara en gastos, cuanto mas se gaste, más contentos estarán los dioses, ya que hay que tener en cuenta que el alma del animal viaja junto al fallecido.
Resulta lógico pensar que para esta tribu los búfalos son la principal riqueza y moneda de cambio, las transacciones que realizan las hacen en búfalos, aunque también entre ellos hay diferencias. Hay animales negros, que vendrían a costar unos tres mil euros y el blanco o manchado que podría alcanzar los diez mil. Para hacernos una idea, una casa puede costar entre diez y quince búfalos.
Lo más importante que un Toraja hará en su vida es seguir estas tradiciones. Y es que los Torajas viven para enterrar a sus muertos.
marian tarazona
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